sábado, 27 de noviembre de 2010

ENTREVISTA A: JUAN PABLO CASTEL

Juan Pablo Castel era pintor, una persona un poco rara pero aparentemente normal, que un día cometió un crimen. El crimen de María Iribarne. A raíz de este hecho fue que decidió narrar su historia, la cual se establece en un libro titulado “El túnel”, de Ernesto Sábato.
A través de esta entrevista, nos iremos enterando de algunos detalles de su vida y de este hecho aberrante.

E: -En un momento te diste cuenta de que María no era tan maravillosa como creías; y sin embargo seguías insistiendo con ella. ¿Por qué?

JPC: -Yo siempre fui una persona muy solitaria, de esas a las cuales la necesidad de vínculos humanos le son mínimas, ya sea por un motivo u otro; en mi caso, como ya todos estarán enterados, siempre aborrecí las costumbres humanas y todo lo relacionado a ellas.
Cuando supe de la existencia de María, en ese momento cambió mi percepción del mundo, y hasta me parecían bellas algunas cosas…
El hecho de saber que entre toda esa sociedad había una persona distinta, para mí significaba demasiado. Era una demostración de que no todo estaba perdido.

Nunca pude explicarme totalmente por qué, una vez que había descubierto que María no era realmente como lo había imaginado, seguía empecinado con ella…
Supongo que la respuesta es, estaba enamorado… y se creaba un dilema entre el amor y el odio que me producían ciertas actitudes suyas. Pero más allá de eso, la necesitaba demasiado.
Eso hacía que yo adopte una conducta obsesiva hacia ella y que controlara absolutamente todo, sus gestos, cada palabra que decía, con un detallismo impresionante, hasta  pensaba cosas que jamás pude saber si existieron o si solo eran ideas mías. Si bien antes de conocerla tenía esa tendencia obstinada para con todas las cosas, con María se hacia presente con mayor frecuencia y me atacaba desesperadamente la necesidad de saber, de comprobar todos los argumentos que armaba mi cerebro.
Por más que quisiera no  podía dejar de pensar en ella…

E: -Un sentimiento como el amor... ¿Crees que es posible expresarlo en algunas de tus pinturas?

JPC: -El amor, si alguien desea expresarlo en una pintura, como poder puede, pero a mi particularmente no me parece que el amor sea un sentimiento admirablemente lindo como para expresarlo en una pintura.
Además hablando muy personalmente el amor es difícil de expresar en una hoja, porque no son solo corazones y florcitas como algunos piensan; sino que también representa el egoísmo, el odio; llega hasta a poner en peligro nuestras vidas y convertirlas en un laberinto sin salida donde reinan la insania y el engaño, hasta lograr que una pequeña historia se damnifique enormemente generando confusiones y malestares.
Puedo decirles que tranquilamente podría expresar en uno de mis retratos el amor, pero seria tal la impresión causada en el espectador, que podría llegar a crear un trauma psicológico de por vida, y no creo conveniente hacerlo.

E: -Siempre decías que María había llegado a tu vida, que te hacía sufrir, etc. Pero… ¿Por qué  no puede haber sido al revés?

JPC: -No, de ninguna manera. Eso queda totalmente descartado; te explico porque: en primer lugar, yo era un hombre libre. No había en mi vida antiguos amores secretos, tampoco ninguna mujer que pudiera atormentarla, ni nada de eso... A mí por ejemplo, me sucedía todo lo contrario: aparte de Allende, tenía que preocuparme por los extraños que la llamaban al teléfono y como si eso fuera poco, también debía enfrentar a Hunter como rival.
Sin embargo podría haber sido ella la víctima si lo examinamos desde otro punto: imaginemos que era casada, amaba a su marido y llevaba una vida feliz hasta ese momento. Un día, en una exposición de arte se cruzo con otro hombre (yo) y de pronto se vio envuelta en medio de una terrible confusión. Se había enamorado de mí, pero no estaba dispuesta a engañar a su marido…
Pero, obviamente, la historia no era esta. Al parecer, a María no le importaba demasiado Allende, ella misma dijo que no lo quería mucho, sólo le tenía respeto. Pero convengamos que no lo respetaba tanto, porque había aceptado engañarlo conmigo... Y con Hunter, y quien sabe con cuantos más…
Entonces ¿Podemos decir que era una víctima? Por supuesto que no.

E:  -¿Por qué decidiste terminar con su vida y no apelaste a hablar con ella?
JPC:  -Creo que era lo justo y necesario. Porque ella vivía muy felizmente, sin ningún tipo de inconvenientes, mientras lastimaba a las personas que la querían mintiéndoles, o haciéndolas ilusionar de cosas que jamás sucederían.
Sabía que vivía para ella que caía rendido a sus pies con solo verla y sin embargo me mintió, me usó, me ilusionó y encima se aprovechó de su marido, un ciego, que no la cuestionaba por nada en el mundo.
Me parece que se lo merecía, además durante ese memento me poseían el odio, el desprecio y la compasión en algunos pequeños minutos.
De todos los que se acercaron a ver mi pintura, una sola persona comprendió el verdadero significado de ella, y fue María Iribarne, de quien me enamoré y con quien no pude convivir ni llevar adelante una relación estable o por lo menos justa; fue la persona a quien maté.


E: -Y… ¿No pensaste que al matarla te quedarías totalmente solo?

JPC: -Si; claro que lo pensé, es inevitable pensar eso. Uno piensa siempre. El problema no es no pensar, si no que el problema es no reflexionar sobre lo que uno piensa, me entendés…?  Lo que sucedió  es que no dedique el tiempo que merecía tal decisión. En un primer momento, obviamente no me afecto demasiado pensar que estaría muerta, porque sabía que María me había engañado y eso era lo único que importaba.
Fue lo mejor y lo peor que me pasó en la vida. Yo la amaba. La amaba de verdad, pero la realidad era otra. Qué sentido tenía continuar, cuando te das cuenta de que ella no formaba parte de mi mundo, y a decir verdad, siempre había caminado por la otra vereda… no tenía sentido. No así.
Más allá de que estoy arrepentido, por momentos pienso que si no la hubiese matado, seguramente no sería yo el elegido, o me seguiría engañando impunemente e indudablemente, yo no lo hubiera soportado. Era evidente que me quedaría solo de cualquier manera.

E: -¿Por qué se te ocurrió publicar el crimen que cometiste en un libro?
JPC: -Tomé la decisión de publicarlo en un libro, para que sea abiertamente conocido en la sociedad.
Este tipo de hechos no son de los que deben quedar guardados sin ser descubiertos o conocidos por las personas.
Creo que todos los habitantes de esta tierra necesitan conocer este tipo de hechos, que no son nada
ajenos a la realidad, y que en verdad deben tomarse en cuenta, no como ejemplo sino como advertencia de lo que puede llegar a pasarnos en nuestras vidas. Porque esta historia no es ficción, yo la viví, y deben estar conscientes de lo que se vive en esta vida.

E: -¿Después de todo este tiempo, pudiste averiguar que quiso decir Allende con la palabra “Insensato”? ¿Y por qué crees que se pudo haber suicidado?

JPC: -Pensé y pensé, traté de razonar pero no llegue a ninguna conclusión sólida. Tal vez quiso decir “imprudente” por haberlo herido al contarle esa verdad, pero no me parece muy lógico, ya que él seguramente sospechaba que María le era infiel, y probablemente no hacía ningún comentario acerca de ello por miedo a que lo abandone.
A diferencia mía, Allende estaba dispuesto a compartir el amor de su mujer…
Otra de las cosas que pensé es que, como yo le había dicho: - “… ¡Pero ahora ya no podrá engañar a nadie! ¿Comprende? ¡A nadie! ...” efectivamente, entendió que la había matado y quizá se refería a que no estaba en mi buen juicio, por eso era un “Insensato”. En cuanto a la razón de su muerte, aún no encuentro razón, por haber cometido semejante error en su vida; era un hombre realmente de palabra. Aunque un poco raro e in entendible... me quedaron grabadas esas dos últimas palabras, que me dijo antes que yo desapareciera de la habitación, “imbecil” e “insensato”, la verdad que al gritarme de tal forma esas palabras, quedé estupefacto.
No encuentro otra razón para haberse matado, más que la desesperanza y poco ímpetu que le provocaba María Iribarne.

E: -¿Cómo haces para pasar el resto de los días en la cárcel?

JPC: -Y… como lo haría en cualquier lado, a diferencia de que acá no hay ciertas comodidades, pero ese no es tema importante para mí, lo material me es totalmente indiferente. ¿Qué importancia tiene todo lo superficial cuando lo único importante ya no está? Además, me guste o no, si algo me queda de dignidad, es lo que dicen que corresponde luego de haber cometido un crimen. (Aunque pienso que cuando se comete un crimen justificado, no veo porque habría de aplicarle castigo, pero bueno, eso no viene al tema).
Sinceramente, pasar el resto de mi vida en este lugar no tiene sentido. Pero… si me pregunto ¿Qué tuvo sentido? o ¿Qué tendría sentido ahora? La respuesta es obvia: nunca nada tuvo sentido, o el poco sentido que tuvo algo no fue por mucho tiempo, y no término de manera agradable como sucede en los finales de todos los cuentos.
Si no estuviera en la cárcel la vida sería igualmente miserable en cualquier parte. El mundo es el mismo en todo el mundo. Puede que haya algunas variaciones por las costumbres de cada lugar. Por ejemplo, en algunos lugares la gente es más ignorante, en otros más egoístas, en otros más cínicos, pero no existe lugar donde se puedan excluir cualquiera de esos atributos. Imaginate lo que sería tener que soportar a una multitud o a esos críticos de los que hablé en mi libro que con sus críticas y actitudes o con su presencia, o su cara simplemente, dejan al descubierto lo peor de la condición humana… La cárcel no es tan mala después de todo.

E: -¿No pensaste en suicidarte luego de haber matado a María?

JPC: -Aunque pensé hacerlo en reiteradas ocasiones, tal vez me lo impedía el miedo a estar en soledad eterna.
Pero no hablo de esa soledad a la que estoy acostumbrado, donde me encuentro solo rodeado de un montón de gente que no me entiende, si no de una aún peor. Si bien en la de ahora estoy en un túnel oscuro, donde no quedan ventanas, sé que fuera hay personas dando vuelta por el mundo, y aunque no me caigan bien, esto de alguna manera me tranquiliza.
Si muero, ya no habrá nada, nada alrededor del infinito oscuro. Estaría solo yo, sin universos paralelos. Yo gritando y llorando y nadie me escucharía. Para siempre.
Y eso me da pánico.

Entrevistador: (E) Pansa Fiorela y Vernetti Yanina Luz
Entrevistado: (JPC) Juán Pablo Castel

Tapa del libro: "El Tunel" de Ernesto Sabato.

Nota: Esta es una entrevista ficticia realizada a un personaje de novela "El túnel" de Ernesto Sabato.

2 comentarios:

  1. Agreguen al principio un asterisco o símbolo que al pie de página cuente que se trata de un trabajo realizado para la materia lengua, en el cual simulamos entrevistar a personajes de novelas.
    Juan es sin acento.

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  2. Fíjense en las primeras preguntas, el pronombre Por qué va separado y con acento cuando se interroga.

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